¿Cuál es la diferencia entre huracanes como José, tifones y ciclones
Ningún tifón llega al golfo de México por más que lo esperaran. Los vientos más fuertes en Asia Pacífico no se registran como huracanes. ¿Existe alguna explicación científica por qué eso no sucede?
Los tifones, los huracanes, las tormentas tropicales y los ciclones extratropicales son fenómenos meteorológicos de una misma clase, pero geográficamente se suelen asociar estas palabras con distintas regiones de nuestro planeta.
Un tifón se produce en el oeste del Pacífico. A su vez, la palabra 'huracán' rara vez describe la situación meteorológica en los países del Cono Sur, pero la razón es diferente.
Es que la temperatura del océano en su alrededor no es lo suficientemente alta para que se forme uno, explicó 'El Intransigente'. No obstante, pueden ocurrir algunas tormentas tropicales, que son comunes en las costas de Brasil, pero también acaecen en los países situados más al sur.
Si se genera una tormenta más allá de los trópicos, en las latitudes medias, es más habitual referirse a ella como 'ciclón'. Hay algunos que se forman sobre el océano Glacial Ártico y eso no significa en absoluto que no sean igualmente tormentosos.
Los orígenes de cada ciclón o cada tormenta, cualesquiera costas que afecte, se encuentran en alguna zona de baja presión atmosférica, o depresión. La palabra española 'borrasca' describe perfectamente este fenómeno acompañado con el movimiento giratorio de las nubes a medida que el 'ojo' avanza hacia el continente.
Sin embargo, existen también depresiones semipermanentes y casi inmóviles que se ubican en un mismo lugar durante gran parte del año. Así son la Aleutiana, habitual para el golfo de Alaska, y la Asiática, que mantiene su centro sobre Afganistán. Por supuesto, no pueden alcanzar las velocidades de viento propias para los huracanes ni causar tantas precipitaciones.
Los vientos más fuertes
A nivel internacional se suelen catalogar como huracanes a las tormentas o ciclones que provocan los vientos superiores a 33 metros por segundo, explicó RIA Novosti. La escala de huracanes de Saffir-Simpson, elaborada en EE.UU., ha sido adoptada por los meteorólogos en Rusia y en toda Europa. Atribuye las categorías de 1 a 5 en función de la velocidad media del viento, siendo la quinta propia a los ciclones más intensos, con 70 m/s.
En Asia-Pacífico a esta última categoría corresponden los 'supertifones': si soplan por encima de los 67 m/s.
Si los vientos no alcanzan ni siquiera los 33 m/s, pueden ser todavía muy destructivos por un incremento repentino de la velocidad del viento superior a 8 m/s (siempre que la ráfaga dure al menos dos minutos) y la velocidad mínima de unos 11 m/s. En este caso las clasifican mundialmente como 'turbonadas'.
Siendo un huracán auténtico un fenómeno extremadamente raro en España, la palabra para designar las borrascas extremadamente duras fue adoptada de la población indígena caribeña. El término fue derivado del nombre de la deidad del mal y el miedo en la mitología taína: Juracán. Es decir, se trata de un fenómeno climático muy propio al oeste del Atlántico, al mar Caribe y las Antillas.
El huracán y el tifón más desastrosos de la historia
Precisamente en el Caribe se originó en octubre de 1780 el huracán más desastroso de la historia, mucho más fuerte que Katrina e Irma puestas juntos: San Calixto II o el Gran Huracán de la Antillas.
A falta de dispositivos para medir con precisión la velocidad del viento, se estima la alcanzada en aquel entonces por dos rasgos insólitos: gritando, las personas no se podían oír ni ellas mismas y que el viento arrancó la corteza de los árboles antes de tirarlos abajo. A partir de estos datos se cree que los vientos alcanzaban los 89 metros por segundo. Las consecuencias: más de 22.000 muertes en toda la región afectada.
El tifón más catastrófico de la historia de observaciones meteorológicas golpeó Filipinas y otros países del sudoeste asiático muy recientemente, en noviembre del 2013. Es conocido en el país insular como 'Yolanda' y en el resto del mundo como 'Haiyan'. Durante un minuto el viento sopló a 87,5 m/s demoliendo miles de casas. Cerca de 6.300 personas perdieron la vida en pocos días.
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