¿De qué están hechas las chuches?


Además de azúcar en grandes cantidades, también incorporan ingredientes curiosos como cera de abeja o semillas de árboles tropicales.



Caramelos, gominolas, piruletas, chicles, nubes... Las golosinas que hacen las delicias tanto de niños como de mayores suponen un gasto anual de casi 600 millones de euros para los españoles.

Y su receta no tiene aparente misterio. Están compuestas en cerca de un 50% por azúcares y jarabes de glucosa, extraídos de la remolacha, el coco, la palma o la caña. Cuando se trata de gominolas y similares, la textura se la proporciona principalmente la gelatina, que se obtiene del colágeno presente en el tejido animal, aunque también es frecuente emplear la pectina, un gelificante producido a partir de la fruta, sobre todo de manzanas y cítricos.

Para que las gominolas salgan de los moldes sin perder su forma y conservando todo su brillo, se usan grasas y cera de abeja. Y las claras de huevo y las proteínas lácteas permiten elaborar golosinas blancas del tipo de las populares nubes. Los fabricantes también suelen recurrir a los ácidos –ácido ascórbico (vitamina C) y ácido málico– para potenciar el sabor y darles estabilidad a las chuches, que, aunque no aportan nutrientes, no son dañinas si no se abusa de ellas.


Para teñirlas, los productores recurren cada vez más a colorantes naturales, como la anaranjada bixina, que procede de las semillas de un árbol tropical. Sacan el carmín de un insecto, la cochinilla; los violetas y los morados se extraen de las antocianinas, unos pigmentos presentes en las uvas, las grosellas y los arándanos. Y el verde lo proporciona la clorofila. En cuanto a los sabores, la última moda son las chuches picantes. Algunos fabricantes empiezan a incorporar jengibre, y otros se atreven incluso con el chile.

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